8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer Trabajadora 

El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es una fecha que ha sido históricamente descontextualizada y vaciada de su contenido revolucionario por sectores del feminismo burgués. Este día, lejos de ser una celebración vacía o una efeméride comercial, debe ser reivindicado como un símbolo de la lucha de las mujeres trabajadoras, quienes han sido protagonistas en la batalla por la igualdad, la justicia social y la emancipación de la clase obrera. 

Los orígenes obreros y socialistas del 8 de marzo 

El 8 de marzo tiene sus raíces en el movimiento obrero y socialista de finales del siglo XIX y principios del XX. En 1910, durante la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, la revolucionaria alemana Clara Zetkin propuso la creación del “Día de Solidaridad Internacional de las Mujeres Proletarias”. Este día no solo buscaba reivindicar el derecho al sufragio universal, sino también denunciar la explotación laboral, las condiciones inhumanas de trabajo y la opresión de las mujeres de la clase trabajadora. 

Zetkin, junto a otras figuras como Rosa Luxemburgo, entendía que la liberación de las mujeres no podía separarse de la lucha de clases. Para ellas, la opresión de la mujer era un producto del sistema capitalista, y solo a través de la revolución socialista se podría alcanzar la verdadera igualdad. 

La manipulación burguesa del 8 de marzo 

A lo largo del siglo XX, el carácter obrero y revolucionario del 8 de marzo fue sistemáticamente borrado por sectores del feminismo burgués. Estos grupos, alejados de las necesidades de las mujeres trabajadoras, promovieron una visión interclasista del feminismo, centrada en la lucha contra el “patriarcado” como un sistema aislado del capitalismo. 

Este enfoque ignoró que, mientras las mujeres burguesas luchaban por acceder a los mismos privilegios que los hombres de su clase, las mujeres obreras seguían enfrentando explotación laboral, precariedad y violencia sistemática. La institucionalización del 8 de marzo por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1975 fue un ejemplo de esta despolitización. La fecha fue convertida en un símbolo vacío, despojado de su contenido revolucionario y utilizado para promover campañas superficiales que no cuestionaban las estructuras de poder capitalistas. 

La lucha de las mujeres trabajadoras: un legado de resistencia 

El 8 de marzo debe ser recordado como un día de lucha y resistencia de las mujeres trabajadoras. Desde las obreras textiles de Nueva York, que en 1857 salieron a las calles para protestar por sus derechos laborales, hasta las mujeres de la Revolución Rusa de 1917, que el 8 de marzo (23 de febrero en el calendario juliano) iniciaron una huelga masiva que culminó en la caída del zarismo, las mujeres de la clase obrera han sido protagonistas de las transformaciones sociales más importantes de la historia. 

En América Latina, las mujeres también han jugado un papel central en las luchas populares. Desde las Madres de Plaza de Mayo en Argentina hasta las mujeres indígenas y campesinas que defienden sus territorios y sus derechos, el movimiento de mujeres trabajadoras ha sido un pilar fundamental en la resistencia contra el imperialismo y el neoliberalismo. 

Avances en materia de género en Nicaragua 

En América Latina, Nicaragua ha sido un ejemplo destacado en la implementación de políticas públicas que promueven la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Tras el triunfo de la Revolución Sandinista en 1979, el gobierno impulsó una serie de reformas que buscaban transformar las  patriarcales y garantizar los derechos de las mujeres. 

Uno de los logros más significativos fue la creación de la Ley de Igualdad de Derechos y Oportunidades en 2008, que establece un marco legal para combatir la discriminación y promover la participación política, económica y social de las mujeres. Además, Nicaragua ha logrado una de las mayores representaciones femeninas en el parlamento a nivel mundial, con más del 50% de los escaños ocupados por mujeres, gracias a políticas de cuotas y promoción de la participación política. 

En el ámbito económico, el gobierno sandinista ha implementado programas como Usura Cero y Hambre Cero, que han beneficiado a miles de mujeres rurales y urbanas, otorgándoles acceso a créditos, capacitación y herramientas para desarrollar emprendimientos. Estos programas han contribuido a reducir la pobreza y a fortalecer la autonomía económica de las mujeres. 

En materia de salud y educación, Nicaragua ha avanzado significativamente en la reducción de la mortalidad materna y en el acceso universal a la educación primaria y secundaria. La creación de Casas Maternas en zonas rurales ha permitido que miles de mujeres tengan acceso a atención médica durante el embarazo y el parto, reduciendo las complicaciones y muertes relacionadas con la maternidad. 

Estos avances, aunque significativos, no han estado exentos de desafíos. La lucha por la igualdad de género en Nicaragua, como en el resto de América Latina, sigue siendo una tarea pendiente que requiere de la participación activa de las mujeres y de un compromiso firme con la justicia social. 

Reivindicar el 8 de marzo: una tarea de la clase trabajadora 

Hoy, más que nunca, es necesario recuperar el verdadero significado del 8 de marzo. Este no es un día para celebrar, sino para organizar, movilizar y luchar. Las mujeres trabajadoras siguen enfrentando dobles y triples jornadas laborales, brechas salariales, violencia de género y falta de acceso a derechos básicos como la salud y la educación. 

La lucha por la emancipación de las mujeres no puede separarse de la lucha por la emancipación de toda la clase trabajadora. Como dijo Alexandra Kollontai, revolucionaria rusa y una de las primeras mujeres en ocupar un cargo ministerial en el mundo: “La liberación de la mujer solo será posible con la liberación de la humanidad del yugo del capital”. 

 ¡Por un 8 de marzo clasista y combativo! 

Este 8 de marzo, reivindiquemos la memoria histórica de las mujeres trabajadoras que lucharon con anterioridad. Honremos a las obreras, las campesinas, las indígenas, las migrantes y todas aquellas que han resistido frente a la explotación y la opresión. 

Desde el sandinismo, llamamos a construir un feminismo popular, anticapitalista y antiimperialista, que luche por la igualdad real y la justicia social. Porque la liberación de las mujeres no será posible sin la caída del sistema que las oprime. 

¡Por un 8 de marzo que reivindique la memoria histórica del movimiento obrero! 

¡Por un feminismo de las trabajadoras, para las trabajadoras!

¡Sin la Participación de la Mujer, No hay Revolución!

Por Camilo Membreño

Camilo Membreño

“Comprometidos con la verdad y la defensa de nuestra soberanía”.

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