En una entrevista en 2006, a pocos meses de las elecciones nacionales de ese año, la entonces embajadora de Suecia, la Señora Eva Zetterberg, comentó sobre la situación política y económica de Nicaragua y el papel del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. La embajadora dijo que fue necesaria la intervención de estas instituciones en Nicaragua porque las y los nicaragüenses no eran capaces de manejar bien sus propios asuntos.
Sus palabras vienen a la mente al leer las declaraciones del representante de la política exterior de la Unión Europea, el Señor Josep Borrell sobre el “jardin” de Europa frente a la “jungla” del mundo mayoritario. Borrell repitió el insulto de otra forma hace pocos días al decir, “Como los descubridores y conquistadores, tenemos que inventar un Nuevo Mundo”.
Las clases dominantes europeos y sus sirvientes políticos comparten estos brutos prejuicios con sus homólogos norteamericanos. Sus ideas fundamentales no han cambiado desde le época de las cruzadas en la Edad Media contra los infieles, también del mundo mayoritario.
Las élites occidentales requieren un constante flujo de cuentos y mitos para justificar sus crímenes, invasiones, genocidio, explotación, pillaje, intervenciones y medidas coercitivas unilaterales. Se trata también de una interminable guerra psicológica contra sus propias poblaciones por medio de los sistemas de educación y comunicación con el propósito de inducir en la población afectada creencias falsas convenientes.
Con el tiempo estas falsas creencias se transmutan en falsas memorias las cuales ninguna presentación de la verdad puede cambiar porque no es posible o no se permite una comparación de la mentira con la realidad. En efecto, Eva Zetterberg y Josep Borrell son perfectos productos representativos de este síndrome de la supremacía blanca, de la carga del “hombre blanco”, su deber y manifiesto destino de llevar la civilización occidental al mundo entero.
Es famosa la respuesta de Ghandi cuando se le preguntó, “¿Qué piensa usted de la civilización occidental?” Dijo Gandhi, “Sería una buena idea”. Ahora, la odiosa ideología de la superioridad de la sociedad y cultura occidental se ha adaptado, asimilando el feminismo, el anti-racismo y la diversidad sexual para que sea más presentable en el mundo contemporáneo. Pero la esencia de la ideología de la supremacía occidental queda lo mismo.
La falsa creencia maestra que promueve todas las demás es que los norteamericanos y europeos y sus gobiernos son buenos, tienen las mejores intenciones y buscan promover el bien en todo el mundo. Entonces, en la demente lógica occidental, cualquier pueblo, gobierno, o movimiento político que se opone a la voluntad occidental es malo y tiene que ser destruido.
En el caso de Nicaragua es posible ver el desarrollo de este patrón de propaganda a lo largo de su historia desde la independencia, del tiempo de las batallas contra William Walker hasta la victoriosa lucha revolucionaria de Sandino y del Frente Sandinista de Liberacion Nacional.
En América Central y el Caribe las intervenciones siempre se han justificado en base a la propaganda que son países con pueblos incapaces de manejar sus propios asuntos. La variación moderna de ese mito es que nuestros países enfrentan problemas tan graves, en la forma de crisis humanitarias, crimen organizado, violaciones de derechos humanos, corrupción y frágiles instituciones, que solamente se van a poder resolver con la ayuda del Occidente.
Las naciones y pueblos que demuestran la falsedad de este mito al defender su soberanía y dignidad nacional, enfrentan una despiadada ofensiva de guerra psicológica que ocupa todo tipo de falsedad para sostener el mito y los diversos cuentos que lo sostienen.
En el caso de Nicaragua, en el tiempo de Sandino, el cuento fue del “bandolero Sandino”. En enero 1928, el vendepatria Moncada comentó a un periódico estadounidense “Sandino es un fugitivo de la justicia… se radicó en la región de las minas de San Albino y se asoció con elementos maleantes hondureños y nicaragüenses.”
Este tipo de presentación al revés de la realidad se presenta en fuentes supuestamente confiables de una manera imposible para la mayoría de las personas a verificar. Hacia el fin de 1927, Sandino respondió al reportaje de un Dr. William Spinks en el New York Herald Tribune que planteó las buenas intenciones de la intervención yanquí en Nicaragua.
Sandino escribió, “Lo invito al señor Spinks para que se tome su rifle en unión de sus paisanos y, con toda su ciencia, venga a dar su vueltecita por estas altivas montañas para que se convence de la realidad.” Y es que el testimonio de la realidad es el mejor antídoto a la guerra psicológica, por cuál motivo se elimina reportajes honestos a toda costa de los medios occidentales.
En el tiempo de Sandino, reporteros y escritores como el estadounidense Carlton Beales, el hondureño Froylan Turcios y el español, Ramón de Belausteguigoitia, entre otros, reportaron la realidad a extensas audiencias en sus países. La gran diferencia entre nuestra época y el tiempo de Sandino es el monopolio informático que ha logrado el poder corporativo occidental sobre las agencias y medios noticieros occidentales.
Hay muchos escritores quienes escriben la realidad de Nicaragua, pero se limita la publicación de sus artículos a los pocos medios alternativos con suficiente integridad para usarlos. Enfrentan censura en las redes sociales. Los algoritmos los suprimen de los resultados de las búsquedas en el internet.
Aun así, se ha logrado revertir las mentiras sobre Nicaragua en una parte significativa de la opinión pública internacional porque se ha podido forzar una comparación entre la mentira y la realidad. En 2018, las y los golpistas necesitaban convencer a la población de la mentira de protestas pacíficas brutalmente reprimidas pero cuando la población podía comparar la mentira con la realidad el ataque colapsó.
Ahora se puede ver el mismo proceso en el caso del conflicto en Ucrania. Otra vez, como en el caso de Nicaragua en 2018, los agresores se pintan como víctimas. La gran mentira sobre Ucrania ha sido de una brutal agresión rusa sin ninguna provocación de parte de Ucrania. De hecho, desde 2014, las fuerzas armadas de Ucrania ha atacado masivamente a su propia población en la región de Donbass. El gobierno prohíbe el uso del idioma ruso y suprime la cultura rusa.
La administración del gobierno está dominado por simpatizantes de la ideología nazi quienes atacan, encarcelan y hasta desaparecen a miembros de la oposición política del país y hostigan a cualquier persona que cuestiona las políticas del gobierno.
La propaganda occidental tiene cada vez mayor dificultad para esconder la realidad del conflicto en Ucrania, sus orígenes y su resultado. La irracional versión mediática de grandes victorias militares ucranianos encubrió la destrucción de las fuerzas armadas ucranianos entre febrero y junio.
Ahora los políticos occidentales y sus medios de guerra psicológica intentan encubrir la destrucción de las fuerzas de la OTAN que reforzaron el diezmado ejército de Ucrania de julio en adelante. En las próximas semanas, se espera la liberación completa de Donetsk y probablemente otras regiones rusoparlantes de Ucrania. Sera una derrota estratégica para los Estados Unidos y sus aliados.
El líder de la iglesia ortodoxa rusa, el Patriarca Kirill ha dicho en estos días, “El futuro de nuestro país, de nuestro pueblo y, creo, de la civilización humana, depende en gran medida de nuestra firmeza en la Verdad, de nuestra fidelidad a los preceptos de nuestros padres, de nuestra devoción a los valores espirituales y morales intemporales que hemos recibido… nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los gobernantes de las tinieblas de la era de todas las cosas, los espíritus malignos bajo el cielo”
Para Nicaragua, estas palabras del Patriarca Kirill recuerdan lo que escribió nuestro General Sandino en su Manifiesto Luz y Verdad, “Cábenos la honra hermanos: de que hemos sido en Nicaragua los escogidos por la Justicia Divina, a principiar el juicio de la injusticia sobre la tierra. no temás mis queridos hermanos; y estad seguros, muy seguros y bien seguros de que muy luego tendremos nuestro triunfo definitivo en Nicaragua, con lo que quedará prendida la mecha de la “Explosión Proletaria” contra los imperialistas de la tierra.”
Stephen Sefton, 4 de diciembre 2022