Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos…
(Mateo 7:15-20)
Edwin Sánchez
Dios quiere el progreso de la nación.
Vida. Visión. Construcción. Paz. Seguridad. Cooperación. Amor al prójimo. Prosperidad. Libertad. Porvenir…
Lo mejor para Nicaragua.
Los gobernadores de las tinieblas, las huestes de maldad, los demonios, las lenguas bífidas que paladean la mentira y sisean patrañas, instigan el atraso nacional.
Muerte. Ceguedad. Miseria. Ruina. Destrucción. Inquina contra el prójimo que no piense igual. Sometimiento. El mañana abolido…
Lo peor para Nicaragua.
Confieso que sólo hay un mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo hombre.Nadie más.
Si Él nos adviertesobre los falsos profetas, es porque sabe muy bien qué graves peligros corren desde un creyente hasta una nación en manos de quienes se abrochan de arriba abajo sus balandranes de “ovejas”.
De ahí que nos insta a examinar, dejando atrás filias y fobias, todo árbol por sus resultados palpables, irrefutables, objetivos, sean beneficiosos o perniciosos, y no por lo que la manada de lobos rapaces aúllen: diatribas, injurias, tramoyas, distorsiones, intrigas.
Manipulaciones.
Simplemente hay frutos buenos o frutos malos. Esto no es un enredo. No hay por dónde perderse.
“Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz”, escribió el apóstol Pablo.
¿Qué vemos ahora en Nicaragua?
Lo que jamás se hizo en cinco siglos, se ha hecho en 15 años.
O menos…
Y no es exageración.
Hay consistencia del liderazgo sandinista en lo principal que le faltó a la oligarquía, su gazmoña jerarquía y sus complacientes magistrados de los cuatro poderes del Estado:
Amor a la Patria.
Del que vale. El de los hechos.
Y si “no se ve”, esto ya no es un problema ni político ni mucho menos ideológico.
Es mezquindad de alma.
Nicaragua ya no es la misma. Quiérase o no. Allí está la realidad. Una transformación nacional que deja al descubierto los mojones del tiempo: el antes y el después del Séptimo Año del siglo XXI.
El número 7…, para los que anotan.
Con la dirección del Ministerio de Transporte e Infraestructura, los ingenieros, arquitectos, maestros de obras, albañiles, constructores todos, han demostrado una cuantiosa capacidad en el diseño y ejecución de carreteras, puentes a desnivel de dos y tres pisos, y pistas de circunvalación del primer mundo.
Aparte de edificios públicos.
Nada de armatostes ni elefantes blancos.
Ni provisionales vías de penetración hasta el próximo aguacero.
Los titulares y funcionarios del Ministerio de Agricultura han demostrado una eficacia sin paralelo, tierra adentro de la historia.
Con sus apellidos de planilla, cualquiera de ellos podría dar una cátedra a los Klaus Sengelmann y Stanley Wheelock, que, dicho sea de paso, sus rendimientos solo marcan la diferencia que hay entre el somocismo en su punto y el chachalte (del náhuatl xaxaltic, áspero).
A pesar de marginarlos, de robarles inmensas áreas de tierras productivas, e invisibilizarlos, el campesinado nicaragüense y el trabajador agrícola produjeron el Granero de Centroamérica.
Este agro milagro de los años 60-70, protagonizado por los damnificados de la avaricia, no es lo mismo que remedo de Reforma Agraria en grado de desastre agropecuario en los 80.
Lo que sea, de cada quien.
La palabra Desabastecimiento no abarca lo sufrido por los nicaragüenses. Con solo mencionar los frijoles eliminados de la dieta nacional cotidiana, podríamos darnos una idea de la incompetente gestión de los “iluminados”, tanto del Jefe del Gabinete Económico, Sergio Ramírez, como del “intelectual marxista-leninista”.
Ellos –como otros endiosados–, que para justificar su incapacidad en los vitales asuntos de Estado, de todo culpaban al “imperialismo yanqui”.
Ellos, los “muy preocupados” por el pueblo de Nicaragua, al que obligaron a tragarse la calamidad que también frustraba los sueños e ideales de los héroes y mártires, desde el asesinato del General Augusto César Sandino.
Ellos, los que, por si fuera poco, dieron su ipegüe 2018, reflejo de su vasta insolvencia al frente de una Revolución que les quedó demasiado grande.
II
Hoy, por el esfuerzo de los productores, sean agroindustriales o parceleros, hacendados o finqueros, ganaderos o apicultores, individuales o cooperados, de tierra firme o de mar; el empuje gubernamental, la libertad con que desarrollan los rubros de la economía; el respeto a la propiedad privada, más la colaboración técnica y tutorial del Instituto Nicaragüense de Tecnología Agropecuaria, INTA, han puesto a la República en el umbral de la soberanía alimentaria.
El sandinismo no derrapó en el lastimero por-no-dejar de los años del candil.
Cortó de raíz ineptitud, hipocresía, vasallaje y maquillaje de los hombres de conductas deplorables que no esculpieron tiempones inolvidables, sino que con sus nombres escupieron épocas abominables que se resisten a dar lugar al presente.
No siguió el lerdo “modelo” de la administración de la incuria, la fealdad y la postergación que caracterizaron a los gobiernos iniciados con la Independencia formal y sin contenido hasta 2006.
Éramos un país detenido. Restringido de todo su potencial. Con una ominosa dirigenciaobstinada en el subdesarrollo de Estado.
La insustancialidad en el poder.
Todo eso que resume y simboliza el animalito mimado de los nacidos en cunas de encajes, si corregimos el tono clasista de Pablo Antonio Cuadra: Su Ilustrísima Guatusa.
Gobiernos al servicio de unos pocos y de otros, y no al servicio de la Patria: del todos nosotros.
Porque la Patria no es Sociedad Anónima.
No es Sociedad de Máscaras.
No es la vaciedad de los que caen en la inmunda transacción de alquilar su insalubre oscuridad contra la rotunda claridad de la Nicaragua fecunda.
Es un pueblo con la Cara al Sol, cantaría Camilo Zapata.
Tampoco el Gobierno Sandinista tomó recetas obsoletas de experimentos fallidos en otras latitudes del planeta.
Primera vez que el esmero productivo, las oportunidades socioeconómicas a la población, y el esplendor son parte del Presupuesto General de la República.
Ha instalado la belleza.
Belleza no apta para los habitados por rencores sin fecha de vencimiento ni para las arrogancias efímeras, modelos 80, 90, 2000, ahora pobladas de envidias, ruindades y amarguras infinitas.
Belleza en los complejos deportivos, estadios, miradores, malecones, parques… (y no solo en la capital).
Ha construido perdurables Puentes de la Paz en lugares que las alcurnias, sin misericordia alguna, tacharon del mapa con el amén de los de siempre: Río San Juan, Río Wawa Boom, Malacatoya, Wiwilí, San Bartolo de Nueva Segovia-Jinotega…
Hay gracia y estilo en lo que se hace.
Al proclamar el Estado Democrático y Social de Derecho en la Constitución, el Frente Sandinista no añadió una fantasía jurídica más, como en la falsa república del pasado: es la pura solidaridad viviente.
Se acabó la infame acepción de personas.
Los nosocomios edificados en la nación, monumentales complejos arquitectónicos dotados de personal y modernísimo equipamiento tecnológico especializados, tienen más de Palacios de la Vida que de hospitales.
III
Estamos, realmente, ante un homenaje al buen gusto del pueblo de Nicaragua. Y por eso, la fustigación de la mediocridad en pleno de engañar, incendiar, matar, destruir o paralizar lo que se había erigido hasta 2018.
O, al no poder desbaratar el país, salir con el cuento dundo de para-eso-pago-mis-impuestos.
Si así fuera…
Con todos los tributos desembolsados por generaciones de nicaragüenses, comenzando con Fruto Chamorro –quien estrenó el régimen presidencialista al autodesignarse en 1854– hasta el último gobierno con el fierro de la emblemática estirpe patiotrasera, más los 45 años de los Somoza, Nicaragua estuviera al frente de los países más prósperos del hemisferio.
La Costa este con todos sus habitantes, sus lenguas y sus culturas es un ejemplo del descarte oficial. Tan abandonado que el Caribe nunca existió para la oligarquía.
¡Fue borrado de la Geografía Nacional con todo y mar!
En su lugar, sin sentido de Patria ni conocimiento del territorio nacional, miraban, hablaban y se referían a lo que se llamó Departamento de Zelaya como la “Costa Atlántica”.
Y todavía algunos rezagados siguen desconociendo, públicamente, el Caribe, como si Nicaragua fuera parte del arco de las Antillas mayores y menores, ubicadas entre este Mar y el Océano Atlántico.
Por eso hay que recordarlo: el Presidente Daniel Ortega y la Vicepresidenta Rosario Murillo son los primeros gobernantes que devuelven con creces su legítimo nombre al Caribe, pero no solo en la cartografía.
Bajo su mandato se recuperó física, social, cultural, económica e históricamente la Costa.
Y también, por primera vez, se unifica la nación, después de siglos de estar ocupada por la Corona Española y la oligarquía que desovó junto con sus detestables herramientas de dominación: racismo, división, separación, distancia, olvido, ignorancia.
Desprecio.
La descarada confesión de Anastasio Somoza Debayle en 1980, es la misma de la prosapia que nunca abogó por las comunidades nicaragüenses del Este. Semejante miseria de alma se grafica al considerar, y a duras penas, el Pacífico como “Nicaragua”.
Tanto era el ostracismo padecido por la esquina sureste de Nicaragua que, por decir lo poco, Río San Juan en 2006 formaba parte de la soberanía cultural y económica de Costa Rica.
Hasta la moneda “nacional” era tica en San Juan del Norte. O en Colón de Cárdenas, al sur-oeste.
No es antojadizo ni politiquería subrayar que el somocismo es oligarquía, ultraderecha, chamorrismo.
Lastre, pobreza, injusticia, desgracia, decadencia.
Es lo mismo.
Desunión.
Somoza, muy encantado, describió los siglos estancados sobre Bilwi en 1961: “La única manera de llegar a Puerto Cabezas era por mar o por aire, y nada salía ni llegaba allí. Estaba totalmente aislado del mundo exterior…” (“Nicaragua traicionada”, A. Somoza).
¡Clase de “líder”!, para los que aún guardan su rigurosa viudez.
Sobrado poder, siglos y dinero –los enormes caudales acumulados de los impuestos– detentó la élite de espuelas para integrar la Costa a Nicaragua.
Y Río San Juan.
Pero prefirieron establecer su obra cumbre, una Escuela de Traición a la Patria: la desintegración del país, con la entrega en bandeja de plata de Nicoya y Guanacaste a Costa Rica.
Y por las secuelas de semejante política vendepatria, al presidente José María Moncada le tocó el “honor” de “HACE(R) SABER”:
Que “la República de Nicaragua reconoce la soberanía y pleno dominio de la República de Colombia sobre las islas de San Andrés, Providencia, Santa Catalina y todas las demás islas, islotes y cayos que hacen parte de dicho archipiélago de San Andrés” (La Gaceta, 2 de julio de 1930).
Al terminar de unir en 2022, con solidez y elegancia, el Caribe y el Pacífico, desde que Cristóbal Colón oteara Cabo Gracias a Dios en 1502, se lleva, o mejor dicho, se eleva Nicaragua a otra categoría: la calidad inclusiva.
Y calidad con clase que nace con una inspiración de largo aliento: continuar adelante.
El mega Hospital Regional Nuevo Amanecer es un concreto testimonio de última generación de las bendiciones de hoy, con financiamiento del BCIE.
Además de las carreteras físicas y autopistas con las nuevas tecnologías de información y comunicación en el Caribe Norte. Siete antenas 4G puestas por Telcor para que las comunidades misquitas, afrodescendientes y demás connacionales, antes indocumentados en su propio país, entren a la Era Digital.
Se salvan vidas y se enriquece el sistema educativo con fluidez y óptima recepción.
Si esta horizontalidad de derechos y comunicación no es Democracia, ¿qué más podría ser?
Tampoco hay memoria sobre estos pasos gigantescos que dio el Gobierno Sandinista en las dos Regiones Autónomas: conectarlas al país y al mundo por diferentes vías.
¡Ponerle fin a la soledad del Caribe es una proeza que debería encabezar las páginas de oro de la Nueva Historia Patria!
Esta formidable obra del tamaño de los cuatro puntos cardinales solo es posible donde palpita de Patria Grande el corazón que en verdad ama al prójimo.
Porque “El fruto del justo es árbol de vida” (Proverbios 11:30).
Bien lo confirma la Biblia, a propósito de su traducción por Casiodoro de Reina, hace 453 años.
Una heroica hazaña literaria lograda en las alturas del Siglo de Oro español, en medio de la más brutal persecución de la Iglesia Católica con su ígneo designio de hogueras no del todo apagadas (por algunos) en América…
Piras de los que en su mundana devoción al poder conspiran –en desafío a las encíclicas del papa Francisco– con su propio himno de fruto maligno: la Santa inquisición. Esa misma que mantienen al rojo vivo desde 2018 contra Nicaragua por cometer el “grave pecado” de construir un digno destino…
Sin el permiso de la sibilina Piara del Bajísimo.