Los esfuerzos de Occidente de imponer trabas a la formación de un mundo multipolar solo podrán ralentizar ese proceso, pero no por un largo tiempo, declaró el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, informó el medio RT.
“Todas esas reclamaciones sobre, tal y como dijo Borrell, el ‘jardín’ con el cual se entiende Occidente, rodeado de jungla, además de ser racismo y nazismo, reflejan una filosofía que es dañina para toda la humanidad, incluidos los predicadores de esa filosofía”, dijo el canciller ruso en rueda de prensa en Nueva York, durante su visita para participar en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU.
El jefe de la diplomacia rusa reiteró que el “mundo multipolar se está formando objetivamente” y, aunque todavía se desconoce cómo será su configuración, dijo creer que “es mejor apoyarse en la Carta de la ONU, en el entendimiento de que para que se reflejen nuevas tendencias y realidades habrá que reformar el Consejo de Seguridad. Esto posiblemente acabaría recordando en su composición el G20, pero es necesario que sea eliminada la profunda falta de representación de los países de Asia, África y Latinoamérica”.
Al responder a una pregunta de un corresponsal, el ministro señaló que “la mejor manera de convencer a los países de Occidente de que el mundo multipolar se está formando, ya es no impedir ese proceso histórico“.
“Ellos se están esforzando por impedirlo: las sanciones contra Rusia son como nadie había visto nunca ni se hubiera podido imaginar, pero para nosotros es una cuestión resuelta. Tenemos todas las posibilidades para no depender de este tipo de conducta de los socios occidentales, que se han probado no dignos de confianza“, afirmó.
En varias ocasiones, el alto representante de la Unión Europea para los Asuntos Exteriores, Josep Borrell, ha comparado a Europa con “un jardín” y al resto del mundo con “la jungla”. Así, a inicios de octubre de 2022, el alto diplomático instó a proteger el “jardín” europeo de la “jungla”, recurriendo para ello incluso a herramientas militares. Destacó que tales instrumentos “no son un capricho”, sino que son “necesarios, imprescindibles para la supervivencia“.
Por esa retórica, Borrell ha sido tildado de ‘jardinero’ y calificado como racista y colonialista, incluso por la oposición dentro de la Unión Europea.