Stephen Sefton, 20 de julio 2025
La historia moderna es repleta de ejemplos del abuso por el Occidente colectivo de las medidas coercitivas unilaterales como una arma económica para agredir a los pueblos que defienden su soberanía. Se han usado estas mal llamadas sanciones arbitrarias e ilegales contra decenas de países en el mundo junto con la genocida agresión económica de décadas contra Corea del Norte y Cuba y también contra Irán y Venezuela. El colapso el año pasado del gobierno legítimo de Siria resultó en gran parte por motivo de la agresión comercial y financiera que hizo colapsar el sistema económico del país.
Después de diez años de guerra, a final de los años 1980s, Nicaragua derrotó una agresión económica y militar muy parecida a lo de Siria, cuando el Comandante Daniel Ortega y el gobierno Sandinista logró llevar la guerra terrorista norteamericana a un término negociado por medio de las elecciones de 1990.
La agresión económica imperialista respaldada por la amenaza de masiva agresión militar tiene una larga historia. Entre los casos más notorios ha sido Haití, con el cobro por medio de un acuerdo con el poder colonial, Francia, en 1825, de una deuda completamente espuria.
Francia extorsionó de Haití un total de de 150 millones de francos, con el pretexto de necesitar una indemnización por la pérdida de sus plantaciones y de sus esclavos incurrida por la guerra de independencia del país. Haití solamente logró ir pagando esa despiadada extorsión después de caer en un espiral de endeudamiento y su reestructuración para poder pagar las exorbitantes cuotas acordadas. Se trata de 122 años del despiadado desangramiento sádico de todo un pueblo y su economía nacional por un gran poder de la llamada civilización europea.
Así que la agresión económica por medio del endeudamiento que ha destruido las perspectivas de un desarrollo humano digno para la mayoría de los pueblos del mundo mayoritario no es un fenómeno nuevo. Haití fue el primer ejemplo de un país colonizado que luchó y ganó su independencia solamente para caer bajo el dominio neocolonial por medio del poder financiero de los depredadores élites occidentales. Es un patrón que se ha repetido sistemáticamente desde la época de la descolonialización del siglo pasado. Vale la pena notar el anverso del caso de Haití en la forma de qué pasa cuando un pequeño país agredido por alguna grande potencia imperialista logre revertir la agresión por la vía del derecho.
En 1986, la Corte Internacional de Justicia sentenció condenó los Estados Unidos norteamericanos por su agresión terrorista contra Nicaragua. La Corte ordenó al gobierno terrorista norteamericano a pagar una indemnización de US$17 mil millones a Nicaragua lo cual todavía el gobierno yanqui no ha cumplido. Así que los grandes poderes aplican el derecho internacional para empobrecer a los pueblos del mundo mayoritario, y desacatan el derecho internacional cuando a ellos les toca pagar lo que deben. Por supuesto…
La lucha por la soberanía financiera
Un motivo significativo de las agresiones armadas occidentales de 2011 para derrocar a Muammar al Gaddhafi en Libia y Laurent Gbagbo en Costa Marfil fue su proyecto para una moneda africana independiente, respaldado por el oro. Ellos esperaban poder liberar sus países del dominio del sistema financiero neocolonial de franco CFA controlado por Francia y vinculado a la moneda europea, el Euro. Durante varios años antes del golpe que lo derrocó de 2011, el presidente Laurent Gbagbo había propuesto abandonar el sistema monetario del franco CFA. En 2004 dijo, “A menos que tengamos soberanía, nuestros Estados nunca podrán conocer la estabilidad en África. Y debemos mantenernos firmes para obligar a quienes se hacen llamar nuestros socios financieros a respetar a los líderes elegidos por nuestro pueblo.”
La destrucción de Libia y el golpe neocolonial en Costa Marfil de 2011 no podían atrasar el profundo proceso de emancipación en el Oeste de África que ahora ha resultado en gobiernos independientes antiimperialistas en Burkina Faso, Mali, Níger, y Senegal. Sin embargo, todos estos países enfrentan el dilema de cómo desenredarse del sistema financiero internacional dominado por las élites occidentales. Los gobiernos criminales del Occidente colectivo temen el poder económico de los países BRICS+ porque el desarrollo de un sistema financiero alternativo ofrecería a países altamente endeudados la opción de salir del control de instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el sistema de bancos multilaterales asociados con el Banco Mundial.
Argentina por ejemplo, podría denunciar la patente ilegalidad de los anómalos acuerdos negociados con el FMI, rechazar la deuda como odiosa y recuperar su soberanía sin temor de represalias de parte de las instituciones financieras occidentales que han desangrado el pueblo argentino durante décadas. Las recientes cumbres de los países BRICS+ han resaltado la fundamental importancia de tener una alternativa al sistema financiero occidental. Poco a poco en años recientes sus gobiernos han ido ensamblando los componentes esenciales que se requieren para lograr esa esencial soberana independencia financiera para poder impulsar el verdadero desarrollo humano de sus pueblos.
Soberanía financiera y democratización
Entre estos componentes se requieren instituciones financieras estables capaces de garantizar el eficiente desarrollo, manejo, inversión e intercambio del capital en la forma de dinero o los diferentes instrumentos financieros como acciones, bonos o derivados. Se requiere un sistema de bancos y otros intermediarios financieros que facilita eficientes pagos transfronterizos usando monedas locales, con sólidos sistemas de seguros y otros servicios financieras como, por ejemplo, confiables agencias de calificación de riesgo. En conjunto, todos estos componentes deben de promover robustos mercados financieros adecuadamente regulados. Es un formidable desafío.
Desde la perspectiva del mundo mayoritario, no se trata de desplazar por completo al sistema financiero occidental, sino de democratizar las relaciones internacionales comerciales y financieros. Todas las declaraciones de las cumbres de organizaciones como el grupo BRICS+ o la Organización de Cooperación de Shanghai refuerzan este mensaje como una parte imprescindible de la modernización de las relaciones internacionales. Con ese fin, se ha avanzado mucho en el desarrollo de los sistemas de pagos nacionales digitales como la Interfaz de Pago Unificada (UPI) de la India, y otros sistemas de pagos rápidos alrededor del mundo.
Sin embargo, hace falta desarrollar estos sistemas de pagos de manera interoperativa y transfronteriza por medio de las cámaras de compensación automatizada y tecnología de la contabilidad distribuida. Estos avances vertiginosos en la tecnología de las finanzas digitales permiten el desarrollo de sistemas cada vez más accesibles, rápidas, seguras, baratas, seguras y confiables. Pero la aplicación, a nivel internacional de iniciativas prometedoras como BRICS Pay o el sistema mBridge requiere una compleja harmonización de manera inclusiva de muchos aspectos técnicos y de regulación.
El imperativo que subyace los complejos detalles de la regulación y la tecnología de estos sistemas es la creciente urgencia de no quedar dependiente de sistemas controlado por las élites gobernantes del Occidente colectivo. Las experiencias de los países sujetos a medidas coercitivas unilaterales demuestran de manera categórica que el sistema financiero occidental es nada más que una variedad neocolonial del crimen organizado. Los ejemplos más notorios en años recientes han sido los agresivos secuestros de los fondos monetarias y activos materiales de Irán, Venezuela y Rusia para extorsionar concesiones políticos de sus gobiernos y hacerles someter a las exigencias occidentales.
La verdadera naturaleza de estas agresiones financieras y económicas se demuestra por ser siempre acompañadas por brutales ataques terroristas contra la población civil. Los gobiernos occidentales han usado la guerra en Ucrania para facilitar múltiples ataques contra la población civil en muchos ciudades de Rusia. El gobierno norteamericano ha colaborado activamente con el gobierno de Israel para asesinar a científicos iraníes trabajando en el programa nuclear civil de su país. De igual manera, el gobierno norteamericano sigue apoyando a mercenarios terroristas para sabotear las instalaciones venezolanas de la energía eléctrica y de la infraestructura petrolera.
Como en el caso de Nicaragua en los años 1980s y de Cuba y la Corea Democrática desde los años 1950s, el delito de Rusia, Irán y Venezuela es de no someterse a las élites gobernantes occidentales. Es en este contexto punitivo que se debe de valorar la exclusión de Irán y Rusia del sistema occidental de pagos transfronterizos SWIFT. Los gobiernos de todos los países del mundo mayoritario reconocen la amenaza de este tipo de criminal extorsión de parte de las élites gobernantes occidentales.
Nuevas alternativas
Por ese motivo China, Rusia e Irán han desarrollado sus propios sistemas soberanos de pago, compensación y cancelación como el sistema CIPS de China, el SPFS de Rusia, y el SEPAM de Irán. En 2024 el gobierno norteamericano y la Unión Europea empezaron a aplicar medidas punitivas contra instituciones financieras que participan en el sistema ruso. Pero la unificación en 2024 del sistema de pagos ruso con el SEPAM de Irán demuestra que las amenazas occidentales están dejando de ser tan temibles cómo en años anteriores. Para el momento, los ataques de las élites occidentales contra el grupo de los países BRICS+ como tal se han restringido a la belicosa retórica del presidente Trump y sus amenazas de altas aranceles.
Queda a ver si se aplicarán medidas coercitivas unilaterales contra el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB) de los países BRICS+, el cual ahora tiene Anton Siluanov, el Ministro de Finanzas de Rusia, como presidente de su junta directiva. Las últimas medidas de agresión contra Brasil añaden mayor urgencia al imperativo de reforzar la colaboración financiera entre los países del grupo BRICS+. El NDB, junto con el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura controlado por China, además de instituciones independientes similares, pueden jugar un rol importante en la democratización del sistema financiera internacional.
Este contexto internacional resalta la crucial importancia de la soberanía financiera. La agresión norteamericana y europea contra la visión solidaria y soberana del ALBA ha sido precisamente para destruir instrumentos de intercambio y financiamiento independientes como son el Petrocaribe y el Banco del Alba. La reciente integración de Bolivia y Cuba como países socios del grupo BRICS+ abre nuevas opciones, junto con la intensificación de la colaboración económica de Rusia y China con Nicaragua y Venezuela. Estos procesos, además de las relaciones de cooperación con otros países agredidos, como Irán, ofrecen oportunidades significativas para romper el estrangulamiento económico por el Occidente colectivo del desarrollo humano de nuestros pueblos.