Naciones Unidas, democracia y terrorismo

Esta semana se abre la sesión setenta y siete de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en el ambiente internacional más conflictivo desde la Segunda Guerra Mundial. En efecto, la OTAN está atacando a la Federación Rusa en Ucrania y Estados Unidos está provocando a China alrededor de Taiwán. Muchos temen una posible conflicto nuclear. La causa fundamental de las altas niveles de inseguridad y conflicto es el rechazo de parte de los Estados Unidos y sus aliados de acomodarse a la nueva realidad de un mundo multipolar. De hecho, las élites que gobiernan esos países rechazan los principios fundamentales de la ONU y nunca los han respetado. Al contrario, han socavado y abusado el derecho internacional con el pretexto de promover la democracia y la libertad. Han cometido repetidas agresiones contra gobiernos legítimamente elegidos por medio del uso de ilegales medidas coercitivas y abierto terrorismo. La ONU solamente les interesa en la medida en que les permite prestar una espuria capa de legitimidad a sus crímenes. Las intervenciones en esta semana en la Asamblea General de la ONU seguramente van a ser enfocadas en esta situación, con los Estados Unidos y sus aliados cada vez más aislados frente a la opinión del mundo mayoritario. Pr ejemplo, en su discurso en la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, el Presidente Xi Jinping de la República Popular China comentó “Debemos de quedar firmes en defender el sistema internacional centrado en las Naciones Unidas y la orden internacional basado en el derecho internacional, practicar los valores comunes de la humanidad y rechazar el juego de suma-cero y las políticas de bloques.” En la misma Cumbre, el Presidente Vladimir Putin de la Federación Rusa ha declarado, “El papel creciente de nuevos centros del poder se está llegando a tener un enfoque más clara y la interacción entre estos centros no se basa en algunas reglas espurias, las cuales nadie ha podido ver y que son impuestas por fuerzas externas, sino se basan en los principios reconocidos universalmente y en las normas del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, o sea, una seguridad igual e indivisible y respeto para la soberanía de cada quien, de sus valores nacionales y sus intereses.” La Cancillería de la Federación Rusa ha sido más explícito, cuando declaró en estos días que “Rusia está determinada a hacer hincapié en la lucha contra intentos de socavar la reputación de la ONU y someterla a la voluntad de Occidente colectivo… Estamos luchando por un mundo multipolar, por el derecho de los Estados soberanos de vivir y desarrollarse, sin ser sometidos a permanente presión y amenazas por parte de EE.UU. y sus aliados occidentales.” Son contundentes esas declaraciones de parte de las dos potencias quizás las más importantes en el mundo, las cuales, para el momento, Estados Unidos no se ha atrevido a enfrentar militarmente de manera directa. Sin embargo, el proceso de cooptación de las Naciones Unidas por Estados Unidos y sus aliados occidentales es muy avanzado y posiblemente irreversible. De tal manera que, por lo menos en este momento, es muy difícil ver como Rusia y China pueden revertir la situación actual sin poder promover junto con el mundo mayoritario una refundación genuinamente democrática de la ONU. El mandato de la ONU es mantener la paz y la seguridad internacional, proteger los derechos humanos, facilitar la suministración de ayuda humanitaria, promover el desarrollo económico y garantizar el derecho internacional. Pero Estados Unidos y sus aliados han dominado la ONU desde su fundación en 1945. Dos años después en 1947, Estados Unidos estableció la Agencia Central de Inteligencia, la CIA precisamente para intervenir activamente, de manera global, en los asuntos internos de los países del mundo en contra de los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas. Desde un inicio, ha sido una tarea fundamental de Estados Unidos socavar el derecho internacional y los principios de la ONU y usar la organización para blanquear los crímenes de los Estados Unidos y sus aliados. Por ejemplo, a pocos años de su fundación, la ONU se ocupó para legitimar la destrucción de Corea entre 1950 y 1953. General Curtis Le May, jefe de la aviación militar yanquí, se ufanaba de haber destruido por completo todas las ciudades y pueblos de la República Democrática Popular de Corea. En otro ejemplo, desde 1946 hasta 1954, la CIA y sus agencias aliadas europeas financiaban y armaban las fuerzas genocidas ucranianos antiguos colaboradores con la Alemania Nazi para desatar una guerra terrorista en Ucrania, entonces parte de la Unión Soviética, que costó la vida de más de 400,000 personas. Desde aquellas orígenes hasta la fecha, de manera rutinaria, Estados Unidos y sus aliados han empleado el terrorismo militar y económico para desestabilizar gobiernos legítimos que se oponen a su voluntad. El terror estatal y el terrorismo han sido y siguen siendo las características principales de la política externa de Estados Unidos, desde Vietnam a Chile, de Indonesia a Iraq. Los ejemplos abundan. En América Latina y el Caribe, Cuba ha sido víctima del terrorismo estadounidense durante más de sesenta años. En 1986, la máxima instancia judicial del sistema de las Naciones Unidas, la Corte Internacional de Justicia, condenó Estados Unidos por su terrorismo contra Nicaragua. Sin embargo, el sistema de Naciones Unidas fue incapaz de hacer cumplir debidamente la sentencia. Al contrario, con el avance del tiempo desde el fin de la Guerra Fría, las diferentes oficinas de las Naciones Unidas han sido cada vez más cooptadas para blanquear las políticas terroristas de Estados Unidos. Y este proceso se ha intensificado con la emergencia de China y Rusia y lo que Estados Unidos ve como la amenaza de un mundo más equitativo y genuinamente democrático. Hay muchos abusos del sistema de la ONU por los poderes occidentales que no quieren aceptar que su dominio mundial se acabó. Las misiones de las llamadas cascos azules, las fuerzas de paz de las Naciones Unidas han sido un ejemplo

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