Por: Camilo Brenes Reyes
El Comandante Hugo Rafael Chávez Frías dejó un legado que permanecerá para siempre en la memoria colectiva de los pueblos que se han sacudido el dominio imperialista y en aquellos que luchan por alcanzar su emancipación.
Chávez irrumpió como un rayo en la deprimida atmósfera de América Latina. Hasta entonces, solo Cuba era un faro, en momentos en que el neoliberalismo reinaba en nuestra América y los imperialistas se regodeaban diciendo que era el fin de la historia y que dominarían impunemente para siempre.
Pero llegó Chávez renovando el ideal de Simón Bolívar, sacudiendo los cimientos del dominio de la oligarquía venezolana. Con ese sacudón, estremeció a toda América Latina con su llamado a continuar la lucha por la emancipación y la unidad de los pueblos latinoamericanos. Su llamado reinició el combate contra la avalancha neoliberal y desmoronó el mito de la supuesta invencibilidad del Consenso Imperial de Washington. Dio una estocada en Buenos Aires al proyecto con el que el imperialismo pretendía seguir dominando y con el ALBA demostró que sí era posible la unidad latinoamericana.
Pronto las rebeliones se sucedieron una tras otra. En Nicaragua, en 2007, el pueblo con el FSLN y Daniel Ortega recuperó el poder, luego vino Bolivia con Evo Morales.
El legado de Chávez es de unidad latinoamericana para enfrentar los retos, de recuperación de la soberanía nacional sobre los recursos naturales, de rescate de las luchas históricas de los pueblos y que esas luchas han de ser encabezadas por los pueblos, siendo estos los protagonistas.
El otro legado es que la verdadera democracia es la democracia popular en la que son los pueblos los que protagonizan los cambios en las leyes y constituciones, dejando en agonía al viejo orden oligárquico y vendepatria.
Comandante Chávez, a once años, tu legado permanece y permanecerá.