Nicaragua originaria y decolonia

Por: Ramón Pedregal Casanova

¿Cómo hablar, o escribir, de los pueblos originarios, y cómo hacer frente a la práctica y la teoría colonial que la clase capitalista hace que domine en sus sociedades? Decía el declarado genocida Kissinger, que la memoria de las naciones está en la Historia, pero téngase en cuenta que para él “las naciones” pertenecen, o son, quienes forman el poder de explotación de los pueblos. Tenemos una diferencia esencial con el genocida, para nosotros las naciones las forman los pueblos, y debiendo intervenir públicamente en las confrontaciones políticas de nuestros días, tratándose de los hermanos pueblos de América y el Caribe, es obligado recoger la Historia tal como la cuentan quienes caminaron y caminan como parte de los pueblos mismos, o si se prefiere como lo exponen quienes conocen los acontecimientos que dieron lugar al mundo en que todavía vivimos. 

He escogido dos libros. Sus autores son uno contemporáneo nuestro, y el otro que escribió en el origen de la invasión colonial. El primero: les pido atención a lo que nos narra el gran historiador Howard Zinn en su libro La otra historia de los EEUU, Editorial Hiru, (para estas fechas de regalos sería muy recomendable leerlo y ponerlo ante los ojos de mucha gente). Sería muy útil para conocer el magma de la lucha revolucionaria de Nicaragua, y por tanto de Cuba y Venezuela, por su independencia; les dejo algunos párrafos del gran libro de Howard Zinn. Y el segundo: un pasaje de quien conoció directamente lo acontecido con la invasión. Disponiendo de capítulos dedicados a las restantes naciones o pueblos del área, he elegido para hoy el capítulo que Bartolomé de las Casas escribió sobre Nicaragua. Bartolomé de las Casas expuso lo sucedido desde 1492 en su libro. Ésta nota se titula Nicaragua originaria y decolonial para hacer honor a los pueblos originarios y mostrar la visión de quienes hoy se enfrentan al poder de la colonización y el imperio de nuestros días. Muchas gracias por la atención que prestan.

La otra historia de los EEUU

Capítulo 1 COLÓN LOS INDÍGENAS Y EL PROGRESO HUMANO 

Los hombres y las mujeres arawak, desnudos, morenos y presos de la perplejidad, emergieron de sus poblados hacia las playas de la isla y se adentraron en las aguas para ver más de cerca el extraño barco. Cuando Colón y sus marineros desembarcaron portando espadas y hablando de forma rara, los nativos arawak corrieron a darles la bienvenida, a llevarles alimentos, agua y obsequios. Después Colón escribió en su diario Nos trajeron loros y bolas de algodón y lanzas y muchas otras cosas más que cambiaron por cuentas y cascabeles de halcón No tuvieron ningún inconveniente en darnos todo lo que poseían.

Eran de fuerte constitución, con cuerpos bien hechos y hermosos rasgos. No llevan armas, ni las conocen Al enseñarles una espada, la cogieron por la ola y se cortaron al no saber lo que era No tienen hierro Sus lanzas son de caña. Serían unos criados magníficos.

Estos arawaks de las Islas Antillas se parecían mucho a los indígenas del continente, que eran extraordinarios (así los calificarían repetidamente los observadores europeos) por su hospitalidad, su entrega a la hora de compartir. Estos rasgos no estaban precisamente en auge en la Europa renacentista, dominada como estaba por la religión de los Papas, el gobierno de los reyes y la obsesión por el dinero que caracterizaba la civilización occidental y su primer emisario a las Américas, Cristóbal Colón.

Escribió Colón: 

Nada más llegar a las Antillas, en las primeras Antillas, en la primera isla que encontré, atrapé a unos nativos para que aprendieran y me dieran información sobre lo que había en esos lugares. La cuestión que más acuciaba a Colón era ¿dónde está el oro? … Entonces, el día 12 de octubre, un marinero llamado Rodrigo vio la luna de la madrugada brillando en unas arenas blancas y dio la señal de alarma. Eran las islas Antillas, en el Caribe. Se suponía que el primer hombre que viera tierra tenía que obtener una pensión vitalicia de 10.000 maravedís, pero Rodrigo nunca la recibió. 

Colón dijo que él había visto una luz la noche anterior y fue él quien recibió la recompensa. Cuando se acercaron a tierra, los indios arawak les dieron la bienvenida nadando hacia los buques para recibirles. Los arawak vivían en pequeños pueblos comunales, y tenían una agricultura basada en el maíz, las batatas y la yuca. Sabían tejer e hilar, pero no tenían ni caballos ni animales de labranza. No tenían hierro, pero llevaban diminutos ornamentos de oro en las orejas.

Este hecho iba a traer dramáticas consecuencias: 

Colón apresó a varios de ellos y les hizo embarcar, insistiendo en que le guiaran hasta el origen del oro. Luego navegó a la que hoy conocemos como isla de Cuba, y luego a Hispaniola (la isla que hoy se compone de Haití y la República Dominicana). Allí, los destellos de oro visibles en los ríos y la máscara de oro que un jefe indígena local ofreció a Colón provocaron visiones delirantes de oro sin fin. … Los indígenas, según el informe de Colón “Son tan ingenuos y generosos con sus posesiones que nadie que no les hubiera visto se lo creería.

Cuando se pide algo que tienen, nunca se niegan a darlo. Al contrario, se ofrecen a compartirlo con cualquiera…” … La principal fuente de información sobre lo que pasó en las islas después de la llegada de Colón -y para muchos temas, la única- es Bartolomé de las Casas. De sacerdote joven había participado en la conquista de Cuba. Durante un tiempo fue el propietario de una hacienda donde trabajaban esclavos indígenas, pero la abandonó y se convirtió en un vehemente crítico de la crueldad española. Las Casas transcribió el diario de Colón y, a los cincuenta años, empezó a escribir una Historia de las Indias en varios volúmenes.

© 2024 | Todos los Derechos Reservados | Redvolución

© Todos los Derechos | Reservados | Redvolución