Privilegio de la atención médica gratuita
Esta es nuestra sexta noche en el hospital con nuestra hija Orla. Las horas de visita terminaron y solo 10 de las camas en nuestra Sala de Pediatría de 32 camas están ocupadas esta noche, frente a las 20 de hace unas noches. Los pacientes en nuestra habitación, la mayoría adolescentes, están metidos bajo mosquiteros. Sus cuidadores, principalmente abuelas, tías y mamás, están acostadas en sillas o acurrucadas alrededor de sus pacientes en las camas. Algunos de nosotros nos estiramos en camas desocupadas para descansar un poco antes de que la enfermera encienda las luces para el chequeo periódico de la presión arterial y temperatura. Sus cuidadores principalmente abuelas, tías y mamás, están acostadas en sillas o acurrucadas alrededor de sus pacientes en las camas. Algunos de nosotros nos estiramos en camas desocupadas para descansar un poco antes de que la enfermera encienda las luces para el chequeo periódico de la presión arterial y temperatura. Nuestra hija de 14 años ingresó a la Sala de Pediatría con Dengue el 19 de julio, Día de la Revolución en Nicaragua. La pobre Orla sollozaba decepcionada por no poder celebrar la festividad. Después de dos días de fiebre, la llevé a la sala de emergencia de nuestro Hospital local en Ciudad Sandino, donde el análisis de sangre indicó tenia Dengue y mostró que su recuento de plaquetas era demasiado, siendo motivo de preocupación. “Ella se quedará aquí con nosotros”, anunció el médico. Desde entonces, mi esposo Paul o yo hemos estado con ella en el hospital, con la tarea de asegurarnos de que se mantenga hidratada e informada de su progreso a través de los resultados de análisis de sangre todos los días. El Dengue es un virus transmitido por mosquitos que se propaga en los países trópicos durante la temporada de lluvia y afecta a 50 millones de personas anualmente en todo el mundo. Nicaragua trabaja para controlar los brotes a través de la fumigación regular de casa en casa y eliminando el agua estancada. El Departamento de Epidemiología de los servicios de salud visitó nuestra casa para matar mosquitos o larvas poco después de que Orla fuera hospitalizada. No existe una cura para el Dengue, sólo el manejo de los síntomas durante su ciclo de ocho días. El virus ataca el cuerpo y puede causar fugas en las paredes de los vasos sanguíneos, lo que provoca pérdida de agua en el sistema circulatorio y una rápida deshidratación. Los raros casos graves y severos pueden causar hemorragias internas y que las plaquetas sanguíneas desciendan a niveles peligrosamente bajos. El dengue hemorrágico es particularmente peligroso porque los pacientes pueden sufrir un shock y morir antes de que puedan recibir la transfusión de sangre que necesitan. Debido a este riesgo, la política del Ministerio de Salud de Nicaragua es hospitalizar a cualquier persona con Dengue que muestre signos de posibles complicaciones, incluidas plaquetas de sangre bajas. Gracias a esta política prudente y atención de calidad, Nicaragua es el país con menos muertes por Dengue en la región centroamericana-en un año normal registra cero muertes. El tratamiento para los 12 pacientes pediátricos que hemos visto pasar por nuestra habitación ha sido líquidos de rehidratación endovenosos y ultrasonidos al ingresar; control de presión arterial, temperatura y nivel de oxígeno en la sangre cada dos horas; análisis diario de sangre; y monitoreo constante de ingesta y salida de líquidos. Los pacientes con fiebre reciben acetaminofén y aquellos con dolor sospechoso son llevados para otro ultrasonido. Los pacientes que no reciben suficientes líquidos se vuelven a canalizar. Aunque el personal del hospital ha estado preocupado por las posibles complicaciones de al menos cuatro de nuestros pacientes, incluida Orla, nadie en nuestra sala ha sido transferido a un hospital más grande de Managua para transfusiones de emergencia, pero la ambulancia está esperando afuera si es necesario. Saber eso me da una tranquilidad increíble: Si hubiera estado en casa, ¿cómo podría saber lo que estaban haciendo las plaquetas de Orla? Creciendo en Estados Unidos, nunca tuve un familiar cercano ingresado al hospital; de hecho, las visitas al médico eran raras. Cuando era niña, recuerdo saber que, si me enfermaba durante el fin de semana tendría que aguantar hasta el lunes cuando se podría ver al médico durante horario de atención. Una visita a la sala de emergencia del hospital, la única opción fuera del horario de atención en mi condado rural, era demasiado costosa. En su mayor parte, todas las personas que conocía iban al médico sólo si habían estado enfermos durante más de una semana-sus familias simplemente no podían pagar por visitas más frecuentes. En contraste, los nicaragüenses parece que van al médico todo el tiempo. Si la hija de mi vecina tiene diarrea, la llevan inmediatamente a la sala de emergencia. Solía pensar que esto se debía a que la gente tenía miedo: en la década de 1990 y principios del 2000, las tasas de mortalidad infantil y juvenil eran elevadas en Nicaragua y muchos niños realmente morían de enfermedades prevenibles. Pero a medida que ha mejorado la salud infantil (la mortalidad infantil se redujo en 61% y la desnutrición crónica se redujo en 66% en los últimos 15 años), finalmente comencé a entender que los nicaragüenses llevan sus hijos al hospital porque pueden. En Idaho, de donde soy, solo la visita de Orla a la sala de emergencia habría costado US$2,159 dólares y sus seis noches en el hospital habrían sumado más de US$60,000. Las deudas médicas en Estados Unidos paralizan al 41% de todos los adultos que tienen que pagar facturas escandalosas: más de una cuarta parte de todas las recaudaciones de fondos en sitios de crowdfunding son para costos relacionados con la salud. Mi mamá ha estado contando a sus amigos en Idaho sobre nuestros problemas. “Mi nieta en Nicaragua ha pasado la semana hospitalizada con Dengue”, les dice. “¡Ay Dios!” Exclaman sus amigos (la fiebre del Dengue suena terriblemente dramática). “¿Adivina cuánto es su factura del hospital hasta el momento?” pregunta ella. Fruncen